Simpatía, lucha y cercania

De una charla de Tim Jackins en la pre-conferencia de Asia del Este

Ya sabéis lo buena gente que sois: lo amables, dulces y agradables que sois. Creo que habéis sido entrenadas/os para ser agradables. Eso es lo que la sociedad provoca. Pero esto hace que escondáis una parte de vosotras y vosotros y, a veces, os impide intentar algo decididamente. Uno de los sitios donde os limita es en vuestras sesiones de Co-Escucha. Somos buenos y buenas escuchas mutuos siempre que ambos seamos agradables. “Acuerdo tener sesiones de co-escucha contigo siempre y cuando yo te guste siempre”. Pero, ¿cómo trabajaréis sobre las angustias que hacen que no os guste la gente? Tenéis angustias cuyo contenido es “no gustarte la gente”, aunque quizá finjáis que no es así.

Como hemos sido entrenados/ as por nuestra sociedad para ser pasivos/as, es difícil trabajar sobre esas angustias. En las sesiones de lucha física de esta mañana visteis a mucha gente trabajando sobre ellas. Si os fijasteis en sus caras, visteis expresiones que probablemente no hayáis visto en vuestras sesiones con ellas y ellos, ya que estaban trabajando sobre angustias que no pueden trabajar en una sesión “agradable”.

Casi todas y todos visteis estas sesiones de lucha física. Muchas personas participaron en ellas y a otras muchas les habría gustado. Unas pocas estaban demasiado asustadas. Todas y todos tuvimos demasiada violencia en nuestras infancias como para asustarnos, pero las sesiones no fueron en realidad violentas. La gente estaba teniendo bastante cuidado conmigo. Simplemente, no estaban siendo agradables. Son cosas diferentes.

Necesitamos la oportunidad de empujar a alguien. Podemos golpear a alguien con una pelota o una almohada y eso contradice nuestros patrones de ser pasivos/as e impotentes. Fuimos el blanco de la opresión y se nos forzó a estar impotentes de diferentes maneras. El racismo funciona de esta manera. El nacionalismo funciona así. El sexismo también. La opresión a niñas y niños funciona así. Y todos fuimos niños o niñas. Todos fuimos vencidos y vencidas por la opresión. Todas y todos buscamos maneras de luchar contra patrones de pasividad e impotencia. Podemos hablar de ellos en las sesiones y eso funciona, pero funciona mejor y más rápidamente si podemos hacer lo que la gente me hacía en las sesiones de lucha física. Necesitamos la oportunidad de luchar así y luego parar y desahogar. Necesitamos hacerlo muchas, muchas veces. El problema es ¿quién va a escuchar? Yo he aprendido a ser ese escucha y tú también puedes. Pero tendrás que desahogar mucho. Vi vuestras caras durante las sesiones y algunos y algunas parecíais identificaros conmigo y sentir toda la restimulación que sentiríais con alguien que os dirigiera sentimientos de rabia o amenazas. Ésas son las angustias sobre las que tenéis que trabajar.

Como con todas las angustias, las angustias que la gente estaba trabajando no eran acerca de mí. Yo sólo les di la mejor oportunidad para trabajarlas. Soy útil para recordaros lo que podéis trabajar. Soy blanco, soy de los Estados Unidos, soy un hombre -¿qué más necesitas? Estas cosas están relacionadas con suficientes angustias como para merecer seis meses de sesiones.

Es fácil encontrar cosas en las que trabajar cuando se está lo suficientemente seguro/a. Y es totalmente correcto trabajar sobre estas cosas, pero necesitas recordar que son sólo angustias. Son las maneras en que la opresión te hizo daño. Tienen que ver con lo que te ocurrió en el pasado y es importante no confundirlas con el presente. Si lo haces, no serás capaz de aprovechar las oportunidades de desahogar en el presente. En las sesiones esta mañana, algunas personas no quisieron luchar, sino que se acercaron y me abrazaron, porque era una oportunidad segura de estar cerca de alguien. Todos y todas tenemos hambre de contacto cercano con otras personas, pero en nuestra sociedad no se nos permite tener mucha cercanía. Porque se nos daña en esta área, a todos y todas nos asusta estar cerca. A veces en la lucha física, algunas personas sólo están intentando encontrar una manera de poner fuertemente sus brazos alrededor de otra persona.

Estamos hambrientos/as del contacto con las demás personas. Una parte de ello es la necesidad de cercanía física (que no tiene nada que ver con el sexo) y otra parte es la búsqueda de otra mente. Lo que es más interesante de tener los brazos alrededor de alguien es la manera en que esa persona responde. Es la manera en que la mente de otro ser humano reaccione ante nuestra acción. Siempre estamos buscando maneras de conseguir más contacto con las demás personas.

Traducido por Silvia Abascal Diaz  y Oscar Argumosa Sainz. Cantabria  (España), febrero 2006.
Niceness, Fighting and Closeness, Present Time 142, p. 28, abril de 2006


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