Traducción en español del artículo anterior:Spanish translation of the preceding article:

Conflicto Armado en Guatemala (Guerra Civil)

Sepur Zarco está a menos de 200 millas (casi 300 Km) al norte de donde nací en la ciudad de Guatemala. Fue uno de los muchos lugares donde el conflicto armado dio lugar a una horrible violencia.

La guerra civil de casi 40 años alcanzó su punto máximo en la década de los 80, cuando yo era una niña. Este conflicto ha sido categorizado como el “más largo y sangriento de la Guerra Fría en las guerras civiles de América Latina”, dejando entre 150,000 y 200,000 civiles muertos (o “desaparecidos”). Es uno de los muchos ejemplos en la historia del genocidio contra la gente indígena de las Américas.

Me trajeron a los EEUU en 1985 y he tenido el privilegio de tener un pedazo de papel que dice que puedo volver a entrar a los EEUU cada vez que visito a mi familia en Guatemala. Supe sobre la guerra, el genocidio, la esclavitud sexual, la injusticia, antes de que consiguiera mi licencia de conducir. He tenido que luchar para reclamar mi herencia indígena, de plano que la deje con uno de los agentes la primera vez que pase por aduanas al entrar a los Estados Unidos. Recibí el mensaje desde pequeña que el ser indígena no era algo “bueno” ya sea en los EEUU o en Guatemala. Crecí con un vacío por eso.

Los Acuerdos de Paz fueron firmados en 1996, unas hojas de papel muy importantes, pero hojas de papel, no obstante. Todavía veo el peso en las caras de mi gente cuando regreso a Guatemala. Las personas que vienen acá a “buscar una vida mejor” lo cargan. Yo lo cargo. Necesitamos sanar antes de poder seguir adelante. Para mí esto ha significado honrar mi cultura (de maneras grandes y pequeñas), teniendo muchos momentos de silencio y derramando muchas lágrimas. Ahora también significa luchar por tener relaciones con otros Guatemaltecos, hablar de lo orgullosa que me siento de ser indígena y enseñar lo orgullosa que me siento de haber nacido en Guatemala. Sin embargo, me queda mucho por hacer para reclamar mis raíces. Muchas veces me pongo a pensar cómo nosotros, como pueblo, hemos internalizado el genocidio, y como lo he internalizado yo. El genocidio todavía nos persigue a través del alcoholismo, la violencia extrema, la misoginia, y el suicidio. Al negar el genocidio, se nos niega el espacio para lamentar, llorar, y estar de luto por lo que paso y por lo tanto nos deja estancados en el dolor. Así que estoy infinitamente agradecida con las mujeres de Sepur Zarco que están testificando, por tener el valor tenaz de levantar la mano para romper el silencio.

Ligia Marroquín

Stamford, Connecticut, EEUU

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Last modified: 2023-10-18 09:18:12+00